
Visitar Angkor Wat no es solo recorrer un sitio arqueológico: es entrar en contacto con una civilización que, hace casi mil años, fue capaz de construir un universo entero de piedra, devoción y sabiduría. El conjunto de templos de Angkor —declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO— se encuentra en medio de la selva camboyana, cerca de la ciudad de Siem Reap. Pero su verdadera ubicación es simbólica: entre lo espiritual y lo terrenal, entre el arte y la ingeniería, entre el pasado y el presente.
Un santuario milenario
Construido en el siglo XII por el Imperio Jemer como templo hinduista (y luego budista), Angkor Wat es el mayor templo religioso del mundo. Su arquitectura no solo impresiona por su escala, sino también por la precisión de sus proporciones, la simetría perfecta de sus torres y la delicadeza de sus relieves, que narran epopeyas mitológicas y escenas de la vida cotidiana.
El momento del amanecer, cuando el sol se eleva detrás de las cinco torres centrales y proyecta su reflejo en el estanque frontal, es una de las imágenes más buscadas por los viajeros. Pero Angkor Wat no se agota en una postal. Caminar entre sus columnas y corredores permite entender la complejidad de una cultura que dejó su legado esculpido en piedra.
Consejo Beyond BA: La época ideal para visitar es entre noviembre y febrero ya que las temperaturas son más agradables y el clima es seco.
Más allá de Angkor Wat: explorando la ciudad sagrada
Angkor Wat es solo una parte del complejo mayor de Angkor, que abarca más de 400 kilómetros cuadrados y decenas de templos. Entre ellos, destacan:
- Bayon, el templo de las enigmáticas caras talladas que parecen observar en todas direcciones.
- Ta Prohm, cubierto por raíces de árboles centenarios, símbolo de la lucha (y fusión) entre naturaleza y civilización.
- Preah Khan, menos concurrido, ideal para quienes buscan explorar con más tranquilidad y profundidad.
Estos templos permiten conocer distintas fases del arte jemer y experimentar la espiritualidad que todavía se respira en cada rincón. La visita se puede adaptar a los distintos intereses: desde recorridos fotográficos al amanecer hasta exploraciones privadas con guías especializados en historia y simbolismo budista e hinduista.
Una experiencia pensada para el viajero sofisticado
Siem Reap, la ciudad base para visitar Angkor, ofrece alojamientos de lujo con propuestas centradas en el confort, el bienestar y la cultura local. Hoteles boutique con spas de inspiración jemer, cenas al aire libre con danzas tradicionales, o paseos en globo aerostático al atardecer son solo algunas de las experiencias que pueden integrarse a un viaje a medida.
Además, Angkor puede combinarse con otros destinos del Sudeste Asiático, como Luang Prabang, Bangkok o la Bahía de Ha Long, en itinerarios diseñados para quienes buscan una experiencia cuidada y única.
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